25 de febrero de 2008

mujeres. Cap.1

Jamás creí que las cosas terminarían así, en el desierto de Atacama, sentada sobre una roca junto a tu cuerpo sin vida. Escribiendo en esta vieja libreta antes de apuntar hacia mi la pistola que acabó con tu vida, y en parte también con la mia. Ursula, mí amada Ursula. Me gustaría que estuvieras conmigo, que me ayudaras a escribir el último capítulo de nuestra historia. Que corrigieras mis errores infantiles y me acariciaras el pelo, o lo unieras en una trenza, o simplemente me contemplaras en silencio como hiciste cuando nos conocimos, hace ya tanto tiempo…



La Blondie, un viernes cualquiera. Mis amigos me obligaron a venir, dicen que no es bueno que una mujer como yo se quede un fin de semana sola en su departamento. Camino por entre la multitud que baila absorta en la pegajosa música de mediados de los ochenta. Una pareja de lesbianas se besa sobre el cubo. Un amigo me toma del brazo y me obliga a bailar, siento que me ahogo y se lo hago saber moviendo mi mano sobre mi rostro. Salgo de la disco, camino hacia Alameda y me siento en la entrada de la galería a respirar un poco de aire fresco. Ahí estás tú. Me miras, llevas un cigarro a tu boca y aspiras el humo sin dejar de mirarme. No hay palabras, no hay ruidos, el tiempo parece haberse congelado en esa esquina de la congestionada capital. Algo logra romper el velo angelical que parecía haber caído sobre nosotras y escucho por primera vez el tono dulce y conciliador de tu voz.

- Ursula
- Cómo? – Digo sin lograr procesar lo que me dices.
- Ursula, me llamo Ursula. Y tú?
- Fernanda.
- Mucho gusto Fernanda – Dices mientras estiras tu mano hacia mi.

Estrecho tu mano y comenzamos a conversar. Poco a poco vamos entrando en una mayor confianza. Siento que algo extraño ocurre entre nosotras. Te acercas cada vez más a mi, ya casi puedo sentir tu aliento rozando mi mejilla mientras yo, extrañamente atraída, me siento transportada a otro lugar, donde solo existimos tú y yo. No puedo evitarlo. Poco a poco vamos acercando nuestras caras hasta que nuestros labios se juntan por primera vez. Unos murmullos a lo lejos me hacen volver a la realidad. Son mis amigos, que, sorprendidos al verme besando a otra mujer, salían de la disco.

Me levanto de la acera donde estábamos sentadas y sin saber que hacer me quedo mirando como tonta mientras tú te paras, me tomas tiernamente del brazo y con un tono de voz parecido al de una niña pequeña dices:

- Hola!!!, quienes son ellos mi amor? – Esas últimas palabras me dejaron algo descolocada, pero prefiero seguirte el juego.
- Eeeeeeeh… Mis amigos, Hernán, Diego, Claudia y Marcelo.
- Hola amigos de mi amor – Dice ella.
- Te desapareciste toda la noche Fernanda – Me reprocha Diego
- Qué?! No, si recién salí.
- Pero si hace mas de 3 horas que no te vemos!, mira la hora, ya son las 4:30

Miro mi reloj y me doy cuenta que tiene razón, el tiempo pasó increíblemente rápido y lo que parecieron ser un par de minutos se transformaron en horas. Miro tu rostro y veo en tu cara esa mezcla de inocencia y culpalilidad que tan conocida se me haría en los siguientes meses. Vuelvo a besarte, mientras mis amigos miran con caras sorprendidas. Te tomo de la mano y te miro.

- Vamos mi amor – me dices.
- Dónde? – Te pregunto con voz de niña.
- A mi departamento
- Bueno mi amor.
- Chao amigos de mi amor!! – Le dices a mis amigos.
- …chao… – Es lo que responden ellos, sin creer lo que ven.

Caminamos hacia República en la semipenumbra del Santiago nocturno.

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